Como continuación de las reglas planteadas por distintas disciplinas textiles -no las niego pero sí las traiciono-, arribo a mi propio sistema de producción. Lo defectuoso, lo frágil y lo intuitivo entonces encuentra un lugar, como piezas de una convivencia aleatoria.
Suspendidas en el espacio, mis esculturas blandas son organismos sinuosos, de existencia abierta, que no caben en ninguna categoría. Figuras de raro atractivo, algunas huecas como esqueletos, otras son membranas casi líquidas que se fugan por los intersticios. Nichos, nidos, larvas, comunidades, manadas. Deformaciones de cuerpos que dan vida. Abstracciones y patrones que son simbiosis entre lo animal y lo vegetal.
Los fragmentos se sostienen y contienen mutuamente, en una danza entre naturalezas posibles. En esta interacción lo bello se presenta: como la transmutación de lo grotesco, la sinceridad de lo amorfo, la riqueza de lo precario.
Carolina Carubin